viernes, 9 de abril de 2010

Foto, Memoria





Caminar por la calle se ha vuelto un martirio para Waldo. Desde aquel día en que le robaron su cámara, su don se volvió un estigma. Caminar por la calle viendo líneas y volúmenes; contraluces y aperturas, con locos cambios de enfoque y perspectiva, sin poder expresarlo con el aparato mecánico, se ha vuelto una tortura. No hay como ni donde soportarla.
Sus ojos son como lentes, como una cámara, pero su memoria no basta para recopilar ni celebrar tantas imágenes. Y así, los momentos se pierden en el olvido.

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